Escribir nuestra historia, particularmente, los eventos de esta ignominiosa invasión de Chile a nuestro Litoral, ya en verso ya en prosa, es adentrarse en un mundo sutíl y vaporoso; es volver a sentir lo que vivieron nuestros insignes coterráneos que con actitud patriótica le devolvieron el honor y la dignidad a nuestra patria.
Es volver a sentir la brisa cálida del mar que desde siempre fue nuestra y que nunca dejará de ser nuestra, porque lo llevamos en nuestro torrente sanguíneo que, como el mar rojo, está esperando, en su apertura, que los obstáculos infames desaparezcan por el uso de la razón y la comprensión y un devenir cercano bañarnos en sus aguas y deleitarnos con sus playas.