Los que pretenderían "refundar" el Estado y a la sociedad misma al costo que fuera no se dan cuenta seguramente de lo que esa tremenda empresa significaría. Desde luego hay que decir que la proposición no es nueva, particularmente en Bolivia, dada la peculiaridad de nuestra historia en la que ha sido común la práctica ruinosa de querer avanzar de tumbo en tumbo de uno a otro golpe de Estado, de revolución en revolución, de aventura en aventura. La nota más característica de nuestro desenvolvimiento histórico ha sido la discontinuidad. De este tema me he ocupado en múltiples ocasiones. No me he cansado de sostener que lo que confiere fortaleza y vigor a un pueblo es, precisamente el sentido de continuidad, el saber valorar la experiencia, la voluntad de progresar sin rupturas, la sabiduría política puesta al servicio de la solidez de las instituciones.