Cuando acepte el ofrecimiento de la clase de economía política y de finanzas de la escuela superior de comercio, muchos me peguntaron si enseñaría economía y finanzas argentinas, en la forma que se había usado y se usa entre nosotros, y esta creencia tan generalizada, en la eficacia de nuestras propias enseñanzas, es uno de los tantos prejuicios reinantes en nuestro país, que nos mantiene en el atraso de los estudios económicos, atraso que nos ha hecho cometer los mayores desaciertos.
No se pueden enseñar ni economía ni finanzas argentinas, porque nunca las hemos tenido. porque hemos marchado a saltos y tumbos, protegidos por la divina providencia, que nos ha prodigado todos sus favores, dándonos un suelo feraz como pocos un clima suave, y productos que son necesarios para la alimentación de la especie humana, sin que entre nosotros haya predominado ningún espíritu de orden previsor, sistemático, que permita presentar un cuerpo de doctrina y de enseñanza eficaz.