Las épocas de creación poética más intensas se dieron al principio y al
final de su carrera. Sus ideas sobre la poesía, aparecidas en su ensayo
sobre «El cuervo» titulado «Filosofía de la composición»,
pueden parecer contradictorias. Declaró que la poesía era un mero
artificio previsto y realizado con técnica de relojero, sin embargo, lo
cierto es que admitía en ella todo lo que viene «de lo irracional, del
inconsciente: la melancolía, la nocturnidad, la necrofilia,
el angelismo, la pasión desapasionada, es decir, la pasión [...] del
que llora invariablemente a alguna muerta» cuyo amor ya no puede
inquietarlo
Pese a haberse iniciado en labores poéticas con dos poemas extensos
(«Tamerlán» y «Al-Aaraaf») siempre se declaró contrario a obras largas
como la epopeya. ​
En su ensayo «El principio poético» no concibe un poema de más de cien
versos, aunque también deploraba las obras demasiado breves. El objetivo
del poema es estético, su fin último es la belleza. Poe descreía de la
poesía didáctica y alegórica: el poema nunca debe proponerse la verdad
como fin.​ Por eso prefiere a Coleridge y Tennyson antes que a Wordsworth. ​ (Es bien sabido que su otra gran influencia, desde muy joven, fue la de lord Byron.​)
Pero, como se ha visto, para Poe la poesía tampoco debía ser producto
de la pasión, afirmación que puntualiza Julio Cortázar, para quien «El cuervo»
nace más de la pasión que de la razón, y esto vale también para el
resto de sus grandes poemas: «To Helen», «The Sleeper», «Israfel», «The
City in the Sea», «For Annie», «The Conqueror Worm» y «The Haunted
Palace», poemas cuyo impulso fundamental es análogo al que movió al
autor a la ejecución de sus cuentos «más autobiográficos y obsesivos.
[...] Sólo su acabado, su retoque fueron desapasionados».​ De Riquer y Valverde, sobre «El Cuervo»:
«[...] aun con su efectismo y su machaconería rítmica [...] demuestra
su legitimidad cuando se lee directamente, antes de saber que existe un
ensayo sobre su composición y la de la poesía en general».​
Copia del manuscrito original del poema de Poe «The Spirits of the Dead».