La violencia dentro de la familia o fuera de ella es la forma más perversa de subordinación y discriminación contra la mujer: la degrada como ser humano convirtiéndola en un ser vulnerable incapaz de hacer respetar su más básico derecho, el respeto a su cuerpo. La información estadística procesada en las instituciones de recepción de denuncias sobre violencia intrafamiliar es alarmante y, no cabe duda, las principales víctimas son mujeres en situación de esposas, concubinas, novias o hijas.