El 2 de agosto de 1978, se cumplirán 25 años de la reforma agraria en Bolivia, veinticinco años que implicaron cambios y transformaciones en el agro, no solo en cuanto a la tenencia de la tierra, que por cierto trae consigo muchas connotaciones a nivel económico, político y socio-cultural, sino en cuanto ese proceso implica una vivencia del campesino en un medio que intenta o dice ser distinto al anterior, antes de la revolución del 52 pero que mantiene y refuerza, de cierta manera disfrazada, el antiguo sistema de explotación.