Bolivia ocupa el segundo lugar a nivel mundial y el primero en la región respecto al número de mujeres electas en el ámbito legislativo, resultado de los grandes avances normativos que incluyen los principios de la equivalencia entre hombres y mujeres, la equidad de género y la paridad y alternancia.
Sin embargo, este significativo avance se da en un contexto y una institucionalidad en la cual persisten prácticas machistas, patriarcales y discriminatorias hacia las mujeres, con fuertes expresiones de acoso y violencia política, limitando el pleno ejercicio de sus derechos políticos, la toma de decisiones y la inclusión de agendas que contribuya a la transformación de las relaciones de poder e inequidad.