La Constitución boliviana de 1826 coincide con la gaditana de 1812 en el tiempo, la lengua y la ideología. Pero esto no asegura que haya recibido su influencia. Se trata de dos manifestaciones de un mismo producto cultural; en consecuencia, por fuerza debían coincidir. Las coincidencias no significan influencia. La influencia necesita de una relación de autoridad, moralmente justificada, que fundamente la decisión del agente, consciente o inconscientemente influenciado, de emular su modelo de referencia. Y no parece verosímil que tal relación se haya dado entre Cádiz y Charcas. Si la de Cádiz era la Constitución de Poder metropolitano contra el cual la insurgencia de Charcas luchaba, no es verosímil que el pensamiento de los mismos insurgentes, ya ganada la independencia reconociese autoridad auna norma de cuna metropolitana que convertía en españoles a quienes renegaban de España.