Entre el 6 al 12 de noviembre de 1946, la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB) se reunió en el Congreso Extraordinario en Pulacayo,
delegados de 44 sindicatos mineros de todo Bolivia aprobaron casi por
unanimidad la Tesis de Pulacayo, el documento más importante en la
historia del movimiento obrero boliviano. Fue una propuesta de la delegación de Llallagua, posteriormente llamado Siglo XX y redactada por Guillermo Lora, en aquel momento joven asesor de la delegación de Llallagua y secretario del Partido Obrero Revolucionario.
1.-
FUNDAMENTOS
1.-
El proletariado, aún en Bolivia, constituye la clase social revolucionaria por
excelencia. Los trabajadores de las minas, el sector más avanzado y combativo
del proletariado nacional, define el sentido de lucha de la FSTMB.
2.-
Bolivia es país capitalista atrasado. Dentro de la amalgama de los más diversos
estadios de evolución económica, predomina cualitativamente la explotación
capitalista, y las otras formaciones económico-sociales constituyen herencia de
nuestro pasado histórico. De esta evidencia arranca el predominio del proletariado
en la política nacional.
3.-
Bolivia pese ha ser país atrasado sólo es un eslabón de la cadena capitalista
mundial. Las particularidades nacionales representan en sí una combinación de
los rasgos fundamentales de la economía mundial.
4.-
La particularidad boliviana consiste en que no se ha presentado en el escenario
político una burguesía capaz de liquidar el latifundio y las otras formas
económicas precapitalistas, de realizar la unificación nacional y la liberación
del yugo imperialista. Tales tareas burguesas no cumplidas son los objetivos
democráticos-burgueses que inaplazablemente deben realizarse. Los problemas
centrales de los países semicoloniales son: la revolución agraria y la
independencia nacional , es decir, el sacudimiento del yugo imperialista,
tareas que están estrechamente ligadas las unas a las otras.
5.-
“Las características distintivas de la economía nacional, por grandes que sean,
forman parte integrante, y en proporción cada vez mayor, de una realidad
superior que se llama economía mundial; en este hecho tiene su fundamento el
internacionalismo obrero.†El desarrollo capitalista se fisonomiza por una
creciente tonificación de las relaciones internacionales, que encuentran su
índice de expresión en el volumen del comercio exterior.
6.-
Los países atrasados se mueven bajo el signo de la presión imperialista, su
desarrollo tiene un carácter combinado: reúnen al mismo tiempo las formas
económicas más primitivas y la última palabra de la técnica y de la
civilización capitalistas. El proletariado de los países atrasados está
obligado a combinar la lucha por las tareas demo-burguesas con la lucha por las
reivindicaciones socialistas. Ambas etapas – la democrática y la socialista-
“no están separadas en la lucha por etapas históricas sino que surgen
inmediatamente las unas de las otrasâ€.
7.-
Los señores feudales han amalgamado sus intereses con los del imperialismo
internacional, del que se han convertido en sus sirvientes incondicionales. De
ahí que la clase dominante sea una verdadera feudal-burguesía. Dado el
primitivismo técnico sería inconcebible la explotación del latifundio si el
imperialismo no fomenta artificialmente su existencia arrojándole migajas. La
dominación imperialista no se la puede imaginar aislada de los gobernantes
criollos. La concentración del capitalismo se presenta en Bolivia en un alto
grado: tres empresas controlan la producción minera, es decir, el eje económico
de la producción nacional. La clase dominante es mezquina en la misma medida en
que es incapaz de realizar sus propios objetivos históricos y se encuentra
ligada tanto a los intereses del latifundio como los del imperialismo, El
estado feudal-burgués se justifica como un organismo de violencia para mantener
los privilegios del gamonal y del capitalista. El Estado es un poderoso
instrumento que posee la clase dominante para aplastar a su adversaria.
Solamente los traidores y los imbéciles que el estado tiene la posibilidad de
elevarse por encima de las clases sociales y de decidir paternalmente la parte
que corresponde a cada una de ellas.
8.-
La clase media o pequeña burguesía es la mas numerosa y, sin embargo, su peso
en la economía es insignificante. Los pequeños comerciantes y propietarios, los
técnicos, los burócratas, los artesanos y los campesinos, no han podido hasta
ahora desarrollar una política de clase independiente y menos lo podrán en el
futuro. El campo sigue a la ciudad y en ésta el caudillo es el proletariado. La
pequeña burguesía sigue a los capitalistas en etapas de “tranquilidad social†y
cuando prospera la actividad parlamentaria. Va detrás del proletariado en
momentos de extrema agudización de la lucha de clases (ejemplo: la revolución)
y cuando tiene la certeza de que será el único que le señale el camino de su
emancipación. En los dos extremos la independencia de clase de la pequeña
burguesía es un mito. Evidentemente, son enormes las posibilidades
revolucionarias de amplias capas de la clase media, basta recordar los
objetivos de la revolución democrático-burguesa, pero también es cierto que no
pueden realizar por si solas tales objetivos.
9.-
El proletariado se caracteriza por tener la suficiente fuerza para realizar sus
propios objetivos e incluso los ajenos. Su enorme peso específico en la
política está determinado por el lugar que ocupa en el proceso de la producción
y no por su escaso número. El eje económico de la vida nacional será también el
eje político de la futura revolución.
El
movimiento minero boliviano es uno de los más avanzados de América Latina. El
reformismo argumenta que no puede darse en el país un movimiento social mas
adelantado que el de los países técnicamente más evolucionados. Tal concepción
mecanicista de la relación entre la perfección de las máquinas y la conciencia
política de las masas ha sido desmentida innumerables veces por la historia.
El
proletariado boliviano, por su extrema juventud e incomparable vigor, por haber
permanecido casi virgen en el aspecto político, por no tener tradiciones de
parlamentarismo y colaboracionismo clasista y, en fin, por actuar en un país en
el que la lucha de clases adquiere extrema beligerancia, decimos que por todo
esto el proletariado ha podido convertirse en uno de los más radicales.
Respondemos a los reformistas y a los vendidos a la rosca que un proletariado
de tal calidad exige reivindicaciones revolucionarias y una temeraria audacia
en la lucha.
II.-
EL TIPO DE REVOLUCION QUE DEBE REALIZARSE
1.-
Los trabajadores del subsuelo no insinuamos que deben pasarse por alto las
tareas democrático-burguesas: lucha por elementales garantías democráticas y
por la revolución agraria imperialista. Tampoco negamos la existencia de la
pequeña burguesía, sobre todo de los campesinos y de los artesanos. Señalamos
que la revolución democrático-burguesa, si no se la quiere estrangular, debe convertirse
solo en una fase de la revolución proletaria.
Mientras
aquellos que nos señalan como propugnadores de una inmediata revolución
socialista en Bolivia, bien sabemos que para ello no existen condiciones
objetivas. Dejamos claramente sentado que la revolución será
democrático-burguesa por sus objetivos y únicamente un episodio de la
revolución proletaria por la clase social que la acaudillará.
La
revolución proletaria en Bolivia no quiere decir excluir a las otras capas
explotadas de la nación sino la alianza revolucionaria del proletariado con los
campesinos, los artesanos y otros sectores de la pequeña burguesía ciudadana.
2.-
la dictadura del proletariado es una proyección estatal de dicha alianza. La
consigna de revolución dictadura proletarias pone en claro el hecho de que será
la clase obrera el núcleo director de dicha transformación y de dicho Estado.
Lo contrario, sostener que la revolución democrático-burguesa, por ser tal,
será realizada por los sectores “progresistas†de la burguesía y que el futuro
estado encarnará la formula de gobierno de unidad y concordia nacionales, pone
de manifiesto la intención firme de estrangular al movimiento revolucionario en
el marco de la democracia burguesa. Los trabajadores una vez en el poder no
podrán detenerse indefinidamente en los límites democrático-burgueses y se
verán obligados, cada día en mayor medida, a dar cortes siempre más profundos
en el régimen de la propiedad privada, de este modo la revolución adquirirá
carácter permanente.
Los
trabajadores mineros denunciamos ante los explotados a quienes pretenden
sustituir la revolución proletaria con asonadas palaciegas fomentadas por los
diversos sectores de la feudal-burguesía.
III.
LUCHA CONTRA EL COLABORACIONISMO CLASISTA
1.-
La lucha de clases es, en último término la lucha por la apropiación de la
plusvalía. Los proletarios que venden su fuerza de trabajo luchan en hacerlo en
mejores condiciones y los dueños de los medios de producción (capitalistas)
luchan por seguir usurpando el producto del trabajo no pagado, ambos persiguen
objetivos contrarios, resultando estos intereses irreconciliables. No podemos
cerrar los ojos ante la evidencia de que la lucha contra los patronos es una
lucha a muerte, por que en esa lucha se juega el destino de la propiedad
privada. No reconocemos, contrariamente a nuestros enemigos, tregua en la lucha
de clases. La presente etapa histórica, que es una etapa de vergüenza para la
humanidad, sólo podrá ser superada cuando desaparezcan las clases sociales,
cuando ya no existan explotados y explotadores. Sofisma estúpido de los
colaboracionistas que sostienen que no debe irse a la destrucción de los ricos,
sino a convertir a los pobres en ricos. Nuestro objetivo es la expropiación de
los expropiadores.
2.-
Todo intento de colaboración con nuestros verdugos, todo intento de concesión
al enemigo en nuestra lucha, es nada menos que una entrega de los trabajadores
a la burguesía. La colaboración de clases quiere decir renunciamiento de
nuestros objetivos. Toda conquista obrera, aún la más pequeña, ha sido
conseguida después de cruenta lucha contra el sistema capitalista. No podemos
pensar en un entendimiento con los sojuzgadores por que el problema de
reivindicaciones transitorias lo subordinamos a la revolución proletaria.
No
somos reformistas, aunque entregamos a los trabajadores la plataforma más
avanzada de reivindicaciones, somos, sobre todo, revolucionarios, por que nos
dirigimos a transformar la estructura misma de la sociedad.
3.-
Rechazamos la ilusión pequeño-burguesa de solucionar el problema obrero dejando
en manos del Estado o de otras Instituciones que tienen la esperanza de pasar
por organismos equidistantes entre las clases sociales en lucha. Tal solución,
enseña la historia del movimiento obrero nacional y también internacional, ha
significado siempre una solución de acuerdo a los intereses del capitalismo y a
costa del hambre y de la opresión del proletariado. El arbitraje obligatorio y
la reglamentación de los medios de lucha de los trabajadores es, en la generalidad
de los casos, el comienzo de la derrota.
En lo
posible trabajamos por destrozar el arbitraje obligatorio. ¡Que los conflictos
sociales sean resueltos bajo la dirección de los trabajadores y por ellos
mismos!.
4.-
La realización de nuestro programa de reivindicaciones transitorias, que debe
llevarnos a la revolución proletaria, está subordinada siempre a la lucha de
clases. Estamos orgullosos de ser los más intransigentes cuando se habla de
compromisos con los patrones. Por esto es una tarea central luchar y destrozar
a los reformistas que pregonan la colaboración clasista, a los que aconsejan
apretarse los cinturones en aras de la llamada salvación nacional. Cuando
existe hambre y opresión de los obreros, no puede haber grandeza nacional; eso
se llama miseria y decrepitud nacionales. Nosotros aboliremos la explotación
capitalista.
¡Guerra
a muerte contra el capitalismo! ¡guerra a muerte contra el colaboracionismo
reformista! ¡Por el sendero de la lucha de clases hacia la destrucción de la
sociedad capitalista!
IV.
LUCHA CONTRA EL IMPERIALISMO
1.-
Para los trabajadores mineros lucha de clases quiere decir, sobre todo, lucha
contra los grandes mineros, es decir, contra un sector del imperialismo yanqui
que nos oprime. La liberación de los explotados está subordinada a la lucha
contra el capitalismo internacional.
Por
que luchamos contra el capitalismo internacional representamos los intereses de
toda la sociedad y tenemos objetivos comunes con los explotados de todo el
mundo. La destrucción del imperialismo es cuestión previa a la tecnificación de
la agricultura y a la creación de la pequeña y pesada industria.
Ocupamos
la mismo posición que el proletariado internacional por que estamos empeñados
en destruir una fuerza también internacional: el imperialismo.
2.-
Denunciamos como enemigo declarados del proletariado a los “izquierdistasâ€
alquilados al imperialismo yanqui que nos habla de la grandeza de la
“democracia†del Norte y de su prepotencia mundial. No se puede hablar de
democracia cuando son sesenta familias las que dominan los Estados Unidos de
America y cuando esas sesenta familias chupan la sangre de los países
semicoloniales, como el nuestro. A la prepotencia yanqui corresponde una
descomunal acumulación y agudización de los antagonismos y contradicciones del
sistema capitalista. Estados Unidos es el polvorín que espera el contacto de
una sola chispa para explosionar. Nos declaramos solidarios con el proletariado
norteamericano y enemigo irreconciliable de su burguesía que vive de la rapiña,
de incesante transformación del Estado en un dócil instrumento en manos de los
explotadores. Las posturas de “buena vecindad†, “panamericanismoâ€, etc., no
son sino disfraces que utiliza el imperialismo yanqui y la feudal burguesía
criolla para engañar a los pueblos de Latinoamérica. El sistema de la consulta
diplomática recíproca; la creación de instituciones bancarias internacionales
con dinero de los países oprimidos; la concesión de bases militares
estratégicas para los yanquis; los contratos leónicos sobre la venta de
materias primas, etc., son diversas formas de la descarada entrega de los
países sudamericanos por sus gobernantes al imperialismo voraz. Luchar contra
este entreguismo y denunciar toda vez que el imperialismo muestre la garra, es
un deber elemental del proletariado.
Los
yanquis no se conforman con señalar el destino de las composiciones
ministeriales, van más lejos: han tomado para si la teres de orientar la
actividad policial de los países semicoloniales, no otra cosa significa la anunciada
lucha contra los revolucionarios anti-imperialistas.
Trabajadores
de Bolivia: ¡ Fortificad vuestros cuadros para luchar contra el rapaz
imperialismo yanqui!
V.
LUCHA CONTRA EL FASCISMO
1.-
Nuestra lucha contra el imperialismo tiene que ser paralela a nuestra lucha
contra la feudal-burguesía entreguista. El antifascismo se convierte, en la
práctica, en un aspecto de tal lucha: la defensa y consecución de garantías
democráticas y la destrucción de las bandas armadas y mantenidas por la
burguesía.
2.-
El fascismo es producto del capitalismo internacional. El fascismo es la última
etapa del de descomposición del imperialismo, pero, con todo, no deja de ser
una fase imperialista. Cuando se organiza la violencia desde el Estado para
defender los privilegios capitalistas y destruir físicamente al movimiento
obrero, nos encontramos en un régimen de corte fascista. La democracia burguesa
es un lujo demasiado caro, que solamente países que han acumulado mucha grasa a
costa del hambre mundial pueden darse. En países pobres, como el nuestro, por
ejemplo, los obreros en un momento determinado están condenados a enfrentarse
con la boca de los fusiles.
Poco
importa el partido político que tenga que recurrir a medidas fascistizantes
para vivir mejor los intereses imperialistas. Si se persiste en mantener la
opresión capitalista, el destino de los gobernantes está ya escrito: la
violencia contra los obreros.
3.-
La lucha contra los grupículos fascistizantes está subordinada a la lucha
contra el imperialismo y la feudal-burguesía. Los que, pretextando luchar
contra el fascismo, se entregan al imperialismo “ democrático†y a la
feudal-burguesía también “democráticaâ€, no hacen otra cosa que preparar el
camino para el advenimiento inevitable de un régimen fascistizante.
Para
destruir definitivamente el peligro fascista tenemos que destruir el
capitalismo como sistema.
Para
luchar contra el fascismo, lejos de atenuar artificialmente las contradicciones
clasistas, tenemos que avivar la lucha de clases.
Obreros
y explotados en general : ¡Destruyamos el capitalismo para destruir
definitivamente el peligro fascista y los grupículos fascistizantes! Solamente
con los métodos de la revolución proletaria y en el marco de la lucha de clases
podremos derrocar al fascismo.
VI.
LA FSTMB Y LA SITUACION ACTUAL
1.-
La situación revolucionaria del 21 de julio, creada por la irrupción a la calle
de los explotados privados de pan y de libertad y la acción defensiva
beligerante de los mineros, impuesta por la necesidad de defender las conquistas
sociales logradas y conseguir otras más avanzadas, ha permitido a los
representantes de la gran minería montar su maquinaria estatal, gracias a la
traición y complicidad de los reformistas que pactaron con la feudal-burguesía.
La sangre del pueblo sirvió para que sus verdugos consolidaran su posición en
el poder. El hecho de que la Junta de Gobierno sea una institución provisional
no modifica en nada la situación creada.
Los
trabajadores mineros hacen bien en colocarse a la expectativa frente a los
gobernantes y exigirles obliguen a las empresas cumplir las leyes que rigen el
país. No podemos ni debemos solidarizarnos con ningún gobierno que no sea
nuestro propio, es decir, obrero. No podemos dar ese paso por que sabemos que
el Estado representa los intereses de la clase social dominante.
Los
ministros “obreros†no cambian la naturaleza de los gobiernos burgueses.
Mientras el Estado defiende a la sociedad capitalista, los ministros “obrerosâ€
se convierten en vulgares proxenetas de la burguesía. El obrero que tiene la
debilidad de cambiar su puesto de lucha en las filas revolucionarias por una
cartera ministerial burguesa, pasa a las filas de los traidores. La burguesía
idea a los ministros “obreros†para poder engañar mejor y más fácilmente a los
trabajadores, para conseguir que los explotados abandonen sus propios métodos
de lucha y se entreguen en cuerpo y alma a la tutela del ministro “obreroâ€.
La
FSTMB nunca irá a formar parte de los gobiernos burgueses, pues eso
significaría la más franca traición a los explotados y olvidar que nuestra
línea es la línea revolucionaria de la lucha de clases.
3.-
Las próximas elecciones darán como resultado un gobierno al servicio de los
grandes mineros, por algo será el producto de elecciones que no tienen nada de
democráticas. La mayoría de la población, los indígenas y un enorme porcentaje
del proletariado, por los obstáculos que pone la Ley Electoral y por ser
analfabetos, esta imposibilitado de concurrir a las urnas electorales. Sectores
de la pequeña burguesía, corrompidos por obra de la clase dominante, determinan
el resultado de las elecciones. No nos hacemos ninguna ilusión con respecto a
la lucha electoral.
Los
obreros no llegaremos al poder por obra de la papeleta electoral, llegaremos
por obra de la revolución social. Por esto, debemos afirmar que nuestra
conducta frente al futuro gobierno será la misma que frente a la actual Junta
de Gobierno. Si se cumplen las leyes, en hora buena, para eso están puestos los
gobernantes. Si no llegan a cumplir enfrentarán nuestra más enérgica protesta.
VII.
REIVINDICACIONES TRANSITORIAS
Cada
sindicato, cada región minera, tienen sus problemas peculiares y los
sindicalistas deben ajustar su lucha diaria a esas peculiaridades. Pero existen
problemas que, por sí solos, sacuden y unifican a los cuadros obreros de toda
la nación: la miseria creciente y el boycot patronal que se hacen cada día más
amenazantes. Contra esos peligros la FSTMB propugna medidas radicales.
1.-
Salario básico vital y escala móvil de salarios.- La supresión del sistema de
pulpería barata y la excesiva desproporción existente entre estandart de vida y
los salarios reales, exige la fijación de un salario básico vital.
El
estudio científico de las necesidades de la familia obrera debe servir de base
para la fijación del salario básico vital, es decir, del salario que permita a
esas familias llevar una existencia que pueda llamarse humana.
Como
sostuvo el Tercer Congreso Minero (Catavi-Llallagua, marzo de 1946), ese
salario vital debe ser complementado con el sistema de la escala móvil de
salarios. Evitemos que la curva del alza de los precios no pueda nunca ser
alcanzada por los reajustes periódicos de salarios.
Pongamos
fin a la eterna maniobra de anular los reajustes de salarios mediante la depreciación
del signo monetario y por la elevación casi siempre artificial, de los precios
de los medios de subsistencia.
Los
sindicatos deben encargarse de controlar el costo de la vida y exigir a las
empresas el aumento automático de salarios de acuerdo a dicho costo. El salario
básico, lejos de ser estático, debe seguir a la curva del aumento de los
precios de los artículos de primera necesidad.
2.-
Semana de 40 horas de trabajo y escala móvil de horas de trabajo.- La
tecnificación de las minas acelera el ritmo del trabajo del obrero. La propia
naturaleza del trabajo en el subsuelo convierte la jornada de 8 horas en
excesiva y que aniquila en forma inhumana la vitalidad del trabajador. La lucha
misma por un mundo mejor exige que en alguna medida se libere al hombre de la
esclavitud de la mina.
Por
esto, la FSTMB luchará por la consecución de la semana de cuarenta horas,
jornada que debe ser complementada con la implantación de la escala móvil de
horas de trabajo. La única manera de luchar eficazmente contra el peligro
permanente del boycot patronal contra los obreros, está en conseguir la
implantación de la escala móvil de horas de trabajo en la misma proporción en
que aumenta el número de desocupados. Tal disminución no debe significar una
disminución del salario, puesto que éste es considerado vital necesario.
Solamente
éstas medidas nos permitirán evitar que los cuadros obreros sean destrozados
por la miseria y que el boycot patronal aumente artificialmente el ejercito de
desocupados.
Nota.-
El Primer Congreso Extraordinario de la FSTMB, complementando este punto,
acordó luchar por la implantación de la semana de trabajo de treinta y seis
horas para mujeres y niños.
3.-
Ocupación de minas.- Los capitalistas pretenden contener el ascendente
movimiento obrero con el argumento de que están obligados a cerrar sus minas en
caso de tener pérdidas. Se pretende poner un dogal a los sindicatos
presentándoles el espectro de la cesantía. Además, la paralización temporal de
las explotaciones, lo demuestra la experiencia, solo ha servido para buscar los
verdaderos alcances de las leyes sociales y para recontratar a los obreros,
bajo la presión del hambre, en condiciones verdaderamente vergonzosas.
Las
grandes empresas tienen el sistema de doble contabilidad. Una para exhibirla
ante los obreros y pagar los impuestos al Estado y otra para establecer el
monto de dividendos. No podemos ceder en nuestras aspiraciones ante los
guarismos de los libros de contabilidad.
Los
obreros que han sacrificado sus vidas en aras de la prosperidad de las empresas
tienen el derecho de exigir no se les niegue trabajar, aún en épocas que no
sean bonancibles para los capitalistas.
El
derecho al trabajo no es una reivindicación dirigida a tal o cual capitalista
en particular, sino al sistema en su conjunto, por esto no puede interesarnos
el lamento de algunos pequeños empresarios quebrados.
Si
los patronos se encuentran incapacitados de otorgan a sus esclavos un pedazo
más de pan; si el capitalismo para subsistir se ve obligado a atacar el salario
y las conquistas alcanzadas, si los capitalistas responden a todo intento
reivindicacionista con la amenaza del cierre de sus instalaciones, no les queda
a los trabajadores más recurso que ocupar las minas y tomar por su cuenta el
manejo de la producción.
La
ocupación de las minas por si misma sobrepasa el marco del capitalismo, puesto
que plantea la cuestión de saber quien es el verdadero dueño de las minas: los
capitalistas o los trabajadores. La ocupación no se debe confundir con la
socialización de las minas, se trata solamente de evitar que el boycot patronal
prospere, que los trabajadores sean condenados a morirse de hambre. La huelga
con ocupación de minas se convierte en uno de los objetivos centrales de la
FSTMB.
Por
tales proyecciones, es evidente que la ocupación de las minas adquiere
categoría de medida ilegal. No podía ser de otro modo.
Un
paso que desde todo punto de vista supera los límites del capitalismo no pueden
encontrar una legislación preestablecida. Sabemos que al ocupar las minas
rompemos el derecho burgués y nos encaminamos a crear una nueva situación, que
después los legisladores al servicio de los explotados se encargarán de
introducirla en los códigos e intentarán estrangularla mediante
reglamentaciones.
El
decreto supremo de la Junta de Gobierno prohibiendo la incautación de las minas
por los obreros no afecta nuestra posición. Sabíamos que no es posible contar
en tales casos con la colaboración gubernamental y teniendo la evidencia de no
obrar bajo el amparo de las leyes, no nos queda más recurso que ocupar las
minas sin derecho a indemnización alguna en favor de los capitalistas.
La
ocupación de las minas debe hacer surgir los Comités de Minas, que deben
formarse con la concurrencia de todos los trabajadores, incluso de los no
sindicalizados. Los Comités de Minas deben decidir los destinos de la minas y
de los obreros que intervienen en la producción.
Trabajadores
mineros: ¡para rechazar el boycot patronal OCUPAD LAS MINAS!
4.-
Contrato colectivo de trabajo.- en nuestra legislación el patrón puede escoger
libremente entre el contrato individual y colectivo. Hasta la fecha y por que a
las empresas así les interesa no ha sido posible llevar a la práctica el
contrato colectivo. Tenemos que luchar por que se establezca una sola forma de
contrato de trabajo: el colectivo.
No se
puede permitir que la prepotencia del capitalista arrolle al trabajador
individual, incapaz de dar un libre consentimiento allí donde la miseria del
hogar obliga a aceptar el más ignominioso contrato de trabajo.
A los
capitalistas organizados, que obran en común acuerdo para extorsionar al obrero
mediante el contrato individual opongamos el contrato colectivo de los
trabajadores organizados en los sindicatos.
a)El
contrato colectivo de trabajo debe ser sobre todo, revocable en cualquier
momento por la sola voluntad de los sindicatos; b) de adhesión, es decir,
obligatorio aún para los no sindicalizados, el obrero que vaya a contratarse
encontrará preestablecida las condiciones pertinentes; c) no debe excluir las
condiciones más favorables que se hubiese conseguido mediante contratos
individuales; d) su ejecución y el contrato mismo deben estar controlados por
los sindicatos.
El
contrato colectivo debe tomar como punto de partida nuestra plataforma de reivindicaciones
transitorias.
¡Contra
la extorsión del capitalismo: CONTRATO COLECTIVO DE TRABAJO!
5.-
Independencia sindical.- La realización de nuestras aspiraciones será posible
si somos capaces de liberarnos de la influencia de todos los sectores de la
burguesía y de sus agentes de “izquierdaâ€. La sífilis del movimiento obrero
constituye el sindicalismo dirigido. Los sindicatos cuando se convierten en
apéndices gubernamentales pierden su libertad de acción y arrastran a las masas
por el camino de la derrota.
Denunciamos
a la Confederación Sindical de Trabajadores de Bolivia (CSTB) como la agencia
gubernamental en el campo obrero. No podemos confiar en organizaciones que
tienen su secretaría permanente en el Ministerio de Trabajo y envían a sus
miembros ha realizar propaganda gubernamental.
La
FSTMB tiene absoluta independencia en relación a los sectores burgueses, al
reformismo de izquierda y al gobierno. Realiza una política sindical
revolucionaria y denuncia como traición toda componenda con la burguesía o con
el gobierno.
¡Guerra
a muerte contra el sindicalismo dirigido!
6.-
Control obrero en las minas .- La FSTMB apoya toda medida que tomen los
sindicatos en sentido de realizar un efectivo control de los obreros en todos
los aspectos del funcionamiento de las minas.
Tenemos
que romper los secretos patronales de explotación, de contabilidad, de técnica,
de transformación de minerales, etc., para establecer la directa intervención
de los trabajadores como tales en dichos “secretosâ€. Ya que nuestro objetivo es
la ocupación de las minas, tenemos que interesarnos en sacar a la luz del día
los secretos patronales.
Los
obreros deben controlar la dirección técnica de la explotación, de la
contabilidad, intervenir en la designación de empleados de categoría y, sobre
todo, deben interesarse en publicar los beneficios que reciben los grandes
mineros y los fraudes que realizan cuando se trata de pagar impuestos al Estado
y de contribuir a la Caja de Seguro y ahorro obrero.
A los
reformistas que hablan de los sagrados derechos del patrón, opongamos la
consigna de CONTROL OBRERO EN LAS MINAS.
7.-
Armamento de los trabajadores.- Hemos dicho que mientras exista el capitalismo
la represión violenta del movimiento obrero es un peligro latente. Si queremos
evitar que la masacre de Catavi se repita tenemos que armar a los trabajadores.
Para rechazar a las bandas fascistas y a los rompehuelgas, formemos piquetes
obreros debidamente armados.
¿ De
donde sacamos armas? Lo fundamental es enseñar a los trabajadores de base que
deben armarse contra la burguesía armada hasta los dientes; los medios ya se
encontrarán. ¿ Hemos olvidado acaso que diariamente trabajamos con poderosos
explosivos?.
Toda
huelga es el comienzo potencial de la guerra civil y a ella debemos ir debidamente
armados. Nuestro objetivo es vencer y para ello no debemos olvidar que la
burguesía cuenta con ejércitos, policías y bandas fascistas. Nos corresponde,
pues, organizar las primeras células del ejército proletario. Todos los
sindicatos están obligados a formar piquetes armados con los elementos jóvenes
y combativos.
Los
piquetes sindicales deben organizarse militarmente y a la brevedad posible.
8.-
Bolsa pro-huelga.- Las empresas tienen un arma de control de las pulperías y en
los miserables salarios que obligan a los obreros a no tener más recursos que
las remuneraciones diarias. La huelga tiene su peor enemigo en el hambre que
sufren los huelguistas. Para que la huelga llegue a feliz término se tiene que
eliminar la adversa presión familiar. Los sindicatos están obligados a destinar
una parte de sus ingresos a engrosar la bolsa pro-huelga,, para poder, en su
caso otorgar, a los obreros el socorro necesario.
¡Destruyamos
el control patronal de las huelgas mediante el hambre, organizado de inmediato
bolsas pro-huelga!
9.-
Reglamentación de la supresión de la pulpería barata.- Ya dijimos que el
sistema de pulpería barata permitía a los patronos un enriquecimiento indebido
a costa del salario del trabajador. La simple supresión de la pulpería barata
no hace sino agravar la situación de los trabajadores y se convierte en una
medida contraria a sus intereses.
Para
que la supresión de pulpería barata cumpla su función debe exigirse que el
reglamento respectivo complemente dicha medida con la escala móvil de salarios
y el establecimiento del salario básico vital.
10.-
Supresión del trabajo a “contratoâ€.- Las empresas, para burlar la jornada
máxima legal y explotar en mayor medida al trabajador, han ideado las diversas
modalidades de trabajo que se llaman “contratosâ€. Estamos obligados a romper
esta nueva maniobra capitalista que se utiliza con fines de rapiña. Que se
establezca el único sistema de salario por jornada diaria.
VIII.
ACCION DIRECTA DE MASAS Y LUCHA PARLAMENTARIA
1.-
Reivindicamos el lugar de preeminencia que corresponde, entre los métodos de
lucha proletaria, a la acción directa de masas. Sabemos sobradamente que
nuestra liberación será obra de nosotros mismos y que para conseguir dicha
liberación no podemos esperar colaboración ajenas a las nuestras. Por esto, en
esta etepa de ascenso del movimiento obrero, nuestro método preferido de lucha
constituye la acción directa de masas y dentro de ésta la huelga y la ocupación
de minas. En lo posible evitemos las huelgas por motivos insignificantes, a fin
de no debilitar nuestras fuerzas en un solo punto. Toda huelga debe nacer con
la intención de convertirse en general. Algo más, una huelga de mineros debe
extenderse a otros sectores proletarios y a la clase media. Las huelgas con
ocupación de minas están a la orden del día. Los huelguistas desde el primer
momento deben controlar los puntos claves de la mina y sobre todo los depósitos
de explosivos.
Declaramos
que al colocar en primer plano la acción directa de masas, no negamos la
importancia de otros métodos de lucha.
Los
revolucionarios deben encontrarse en todas partes donde la vida social coloque
a las clases en situación de lucha.
2.-
La lucha parlamentaria es importante, pero en las etapas de ascenso del
movimiento revolucionario adquiere un carácter secundario.
El
parlamentarismo para jugar un papel trascendental debe subordinarse a la acción
directa de las masas en los momentos de reflujo, cuando las masas abandonan la
lucha y la burguesía se apropia de los puestos que aquellas han dejado, puede
el parlamentarismo colocarse en un primer plano. De un modo general, el
parlamento burgués no resuelve el problema fundamental de nuestra época: el
destino de la propiedad privada. Tal destino será señalado por los trabajadores
en las calles. Si bien no negamos la lucha parlamentaria, la sometemos a
determinadas condiciones. Debemos llevar al parlamento a elementos
revolucionarios probados, que se identifiquen con nuestra conducta sindical. El
parlamento debe ser convertido en tribuna revolucionaria. Sabemos que nuestros
representantes serán una minoría, pero también que se encargarán de
desenmascarar, desde el seno mismo de las cámaras, las maniobras de la
burguesía. Y, sobre todo, la lucha parlamentaria debe estar directamente ligada
a la acción directa de masas. Diputados obreros y trabajadores mineros deben
actuar bajo una sola dirección: los principios de la presente Tesis Central.
3.-
En la próxima lucha electoral, nuestra tarea consistirá en llevar un bloque
obrero, lo más fuerte posible, al parlamento. Recalcamos que siendo
antiparlamentaristas no podemos dejar libre éste campo a nuestros enemigos de
clase. Nuestra voz se escuchará también en el recinto parlamentario.
¡Ante
las maniobras electorales de los traidores de izquierda, opongamos la formación
del BLOQUE PARLAMENTARIO MINERO!
IX.
A LA CONSIGNA BURGUESA DE UNIDAD NACIONAL, OPONGAMOS EL FRENTE UNICO
PROPETARIO.
1.-
Somos soldados de la lucha de clases. Hemos dicho que la guerra contra los
explotadores es una guerra a muerte. Por esto destrozaremos todo intento
colaboracionista en las filas obreras. El camino de la traición se abrió con
los famosos frentes populares, es decir, los frentes que, olvidando la lucha de
clases, unen a proletarios, pequeñoburgueses y algunos sectores de la misma
burguesía. El frente popular ha costado muchas derrotas al proletariado
internacional. La expresión más cínica de la negación de la lucha de clases, de
la entrega de los oprimidos a sus verdugos, del punto culminante de la
degeneración de los frentes populares es la llamada “ unidad nacionalâ€. Esta
consigna burguesa ha sido lanzada por la boca de los reformistas. “Unidad
nacional “ significa unidad de los burgueses con sus sirvientes para poder
maniatar a los trabajadores. “Unidad nacional†significa derrota de los
explotados y victoria de la rosca. No podemos hablar de “unidad nacionalâ€
cuando la nación está dividida en clases sociales empeñadas en una guerra
muerte. Mientras existe el régimen de la propiedad privada solo los traidores y
los agentes a sueldo del imperialismo, pueden atreverse a hablar de “unidad
nacionalâ€.
2.- A
la consigna burguesa de “unidad nacional†opongamos el Frente Unico Proletario
(FUP). La unificación en un bloque granítico de los explotados y de los
elementos revolucionarios es una imperiosa necesidad para destrozar al
capitalismo que está unificado en un solo bloque.
Por
que utilizamos los métodos de la revolución proletaria y porque no nos salimos
del marco de la lucha de clases es que forjaremos el FUP.
3.-
Para evitar las influencias burguesas. Para convertir en realidad nuestras
aspiraciones, para movilizar a las masas hacia la revolución proletaria,
necesitamos el frente único proletario. Los elementos revolucionarios que se
identifiquen con nuestras declaraciones fundamentales y las organizaciones
proletarias (ferroviarios, fabriles, gráficos, choferes, etc., serán muy bien
recibidos en el frente único proletario. En los últimos días la CSTB agita la
consigna del frente de izquierdas. Hasta ahora no se sabe con que fines se
pretende formar ese frente. Si solo se trata de una maniobra pre-electoral y se
quiere imponer una dirección pequeñoburguesa – es la CSTB- declaramos que nada
tenemos que ver con tal frente de izquierdas. Pero, si se permitiese imponer el
pensamiento proletario y sus objetivos fueran los que contempla esta tesis.
Iríamos con todas nuestras fuerzas a dicho frente, que, en último caso, no
sería sino más que un frente con pequeñas variaciones y diferente denominación.
¡Contra
la rosca coaligada en un solo frente, contra los frentes que a diario viene
ideando el reformismo pequeñoburgues, forjemos el FRENTE UNICO PROLETARIO!
X.
CENTRAL OBRERA.
La
lucha del proletariado precisa un comando único. Necesitamos forjar una
poderosa CENTRAL OBRERA. La historia de la CSTB enseña la forma en que debemos
proceder para lograr nuestro intento. Cuando las federaciones se convirtieron
en instrumentos dóciles al servicio de los partidos políticos de la pequeña
burguesía, cuando pactaron con la burguesía, dejaron de ser representantes de
los explotados. Es nuestra misión evitar las maniobras de los burócratas
sindicales y de las capas artesanales corrompidas por la burguesía. Sobre una
base verdaderamente democrática debe organizarse la central de los trabajadores
bolivianos. Estamos cansados de los pequeños fraudes para conseguir mayorías.
No vamos a permitir que una organización de un centenar de artesanos pueda
pesar en la balanza plebiscitaria igual que la Federación de Mineros que cuenta
con cerca de sesenta mil obreros. El pensamiento de las organizaciones
mayoritarias no debe ser anulado con el voto de organismos casi inexistentes.
El porcentaje de influencia de las diferentes federaciones debe ser determinado
por el número de afiliados.
Debe
ser el pensamiento proletario y no el pequeño burgués el que prime en la
Central Obrera.
Además,
es nuestra tarea entregar a ella un programa verdaderamente revolucionario que
debe inspirarse en lo que en este documento exponemos.
XI.
PACTOS Y COMPROMISOS.
1.-
Con la burguesía no tenemos que realizar ningún bloque, ningún compromiso.
2.-
Con la pequeña burguesía como clase y no con sus partidos políticos, podemos
forjar bloques y firmar compromisos. El frente de izquierda, la Central Obrera,
son ejemplo de tales bloques, pero teniendo cuidado de luchar porque el
proletariado sea el director del bloque. Si se pretende que vayamos a remolque
de la pequeña burguesía debemos rechazar y romper los bloques.
3.-
Muchos pactos y compromisos con diferentes sectores pueden no ser cumplidos,
pero aún así son un poderoso instrumento en nuestras manos. Esos compromisos,
si se los contrae con espíritu revolucionario, nos permiten desenmascarar las
traiciones de los caudillos de la pequeña burguesía, nos permiten arrastrar a
las bases a nuestras posiciones. El pacto obrero-universitario de julio es un
ejemplo de cómo un pacto no cumplido puede convertirse en arma destructora de
nuestros enemigos. Cuando algunos universitarios descalificados ultrajaron a
nuestra organización en Oruro, los trabajadores y sectores revolucionarios de
la universidad atacaron a los autores del atentado y orientaron a los
estudiantes. En todo pacto debe colocarse como punto de partida las
declaraciones contenidas en el presente documento.
El
cumplimiento de un pacto depende de que los mineros iniciemos el ataque a la
burguesía, no podemos esperar que tal paso lo den los sectores
pequeñoburgueses. El caudillo de la revolución será el proletariado.
La
colaboración revolucionaria de mineros y campesinos es una tarea fundamental de
la FSTMB, tal colaboración es la clave de la revolución futura. Los obreros
deben organizar sindicatos campesinos y trabajar en forma conjunta con las
comunidades indígenas Para esto es necesario que los mineros apoyen la lucha de
los campesinos contra el latifundio y secunden su actividad revolucionaria.
Con
los otros sectores proletarios estamos obligados a unificarnos, a tal
unificación debemos llevar también a los sectores explotados del taller
artesanal: oficiales y aprendices.