Todos saben que la
Revolución adelantó los relojes de la Rusia sovietista en la estación
estiÂval. Europa occidental adoptó también la hora de verano, después
de la guerra. Pero lo hizo sólo por economía de alumbrado. Faltaba en
esta meÂdida de crisis y carestía, toda convicción matuÂtina. La
burguesía grande y media, seguía frecuenÂtando el tabarro. La
civilización capitalista enÂcendía todas sus luces de noche, aunque
fuese clandestinamente. A este período corresponden la boga del dancing y
de Paul Morand.
Pero con Paul Morand había
quedado ya liÂcenciado el crepúsculo. Paul Morand representaÂba la moda
de la noche. Sus novelas nos paseaÂban por una Europa nocturna, alumbrada
por una perenne luz artificial. Y el nombre que más legítimamente
preside la noche de la decadencia post-bélica no es el de Morand sino el
de Proust. Marcel Proust inauguró con su literatura una noche fatigada,
elegante, metropolitana, licencioÂsa, de la que el Occidente capitalista
no sale toÂdavía. Proust era el trasnochador fino, ambiguo y pulcro que
se despide a las dos de la mañana, antes de que las parejas estén
borrachas y coÂmetan excesos de mal gusto.
Se retiró de la soirée
de la decadencia cuando aún no habían llegado el chárleston, ni
Josefina Backer. A Paul Morand, diplomático y demimondain,
le tocó sólo introducirnos en la noche post-proustiana.
La moda del crepúsculo
perteneció a la moda finisecular y decadente de ante-guerra. Sus grandes
pontífices fueron Anatole France y Gabriel D'Annunzio.
El viejo Anatole sobresalió
en el género de los crepúsculos clásicos y arqueológicos; crepúsculos
de Alejandría, de Siracusa, de Roma, de Florencia, económicamente
conocidos en los volúmenes de las bibliotecas oficiales y en viajes de
turista moroso que no olvida nunca sus maletas en el tren y que tiene
previstas todas las estaciones y hoteles de su itinerario. A la hora del
tramonto, siempre discreto, sin excesivos arreboles ni escandalosos
celajes, era cuando monsieur Bergeret gustaba de aguzar sus ironías. Esas
ironías que hace diez años nos encantaban por agudas y sutiles y que
ahora nos aburren con su monótona incredulidad y con su fastidioso
escepticismo.
D'Annunzio era más
fastuoso y teatral y también más variado en sus crepúsculos de Venecia
vagamente wagnerianos, con la torre de San Jorge el Mayor en un flanco,
saboreados en la terraza del Hotel Danieli por amantes inevitablemente célebres,
anidados en el mismo cuarto donde cobijaron su famoso amor, bajo antiguos
y recamados cobertores, Jorge Sand y Alfredo de Musset; crepúsculos
abruzeses deliberadamente rústicos y agrestes, con cabras, pastores,
chivos, fogatas, quesos, higos y un incesto de tragedia griega; crepúsculos
del Adriático con barcas pescadoras, playas lúbricas, cielos patéticos
y tufo afrodisiáco; crepúsculos semi-orientales semi-bizantinos de
Ravenna y de Rimini, con vírgenes enamoradas de trenzas inverosímiles y
flotantes y un ligero sabor de ostra perlera; crepúsculos romanos,
transteverinos, declamatorios olímpicos, gozados en la colina del
Janiculum refrescados por el agua paola que cae en tazas de mármol
antiguo, con reminiscencias del sueño de Escipión y los discursos de
Cola di Rienzo; crepúsculos de Quinto al Mare, heroicos, republicanos,
garibaldinos, retóricos, un poco marineros, dignísimos a pesar de la
vecindad comprometedora de Portofino Kulm y la perspectiva equívoca de
Montecarlo. D`Annunzio agotó en su obra magníficamente crepuscular,
todos los colores, todos los desmayos, todas las ambigüedades del ocaso.
Concluido el período
dannunziano y anatoliano —en España, a no ser por las sonatas del gran
Valle Inclán, no dejaría más rastros que los sonetos de Villaespesa,
las novelas del Marqués de Hoyos y Vinent y las falsas gemas orientales
de Tórtola Valencia— desembarcó en una estación ferroviaria de
Madrid, con una sola maleta en la mano, pasajero de tercera clase, Ramón
Gómez de la Serna, descubridor del alba.
DESCRIPCION | CONTENIDO |
Nº de control | 00017551 |
Autor | Mariategui, José Carlos |
Título | El alma matinal y otras estaciones del hombre de hoy |
Editorial | Amauta |
Año | 1964 |
Páginas | 233 p. |
Idioma | Español |
Lugar | Lima - Perú |
Resumen |
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Materias | |
Ítem en Biblioteca | Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional |
Ejemplares | 1 |